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miércoles, 22 de noviembre de 2017

"La elegancia del erizo" por Muriel Barbery


Dicen y dicen bien, que cuando alguien te recomienda un libro, canción o lugar, debes procurar leerlo, escucharlo o visitarlo porque esa persona quiere compartir contigo la emoción que le hizo sentir esa experiencia...

Lo bueno de conocer a gente bibliófila es que el intercambio de libros, historias y experiencias, está a la orden del día, y cabe señalar que no significa que se compartan los gustos al 100%, pero este intercambio se presta al debate, a la crítica, al conocimiento de los gustos del otro, a leer algo diferente y se traduce por lo tanto en un enriquecimiento en todos los sentidos. Como siempre lo he dicho, mis reseñas son SUBJETIVAS, porque lo que a mí me gusta, puede ser que a los demás no y viceversa, pero no significa que el libro sea malo (aunque hay sus excepciones la verdad), sino que tal vez la historia no me provocó nada porque no la leí en el momento adecuado, pero para otras personas pudo haber significado mucho.

¿Y a qué viene este rollo mareador, filosófico, sentimental? Bueno, a que este libro me lo prestó Anahí, una amiga runner, actuaria y excelente fotógrafa (Aquí puede encontrar su página), y cuando me dijo que la historia trataba de una niña que quería suicidarse, ¡casi me da el patatús! ¿Quería yo leer un libro con esa trama? ¡No! Pero si me lo recomendó ella, por algo era...

Renée, es una señora madura, viuda, portera de un edificio de departamentos lujosos en París, quien desde pequeña aceptó su destino: no muy agraciada, pobre y muy inteligente. Toda su vida se dedicó a conducirse con un bajo perfil, lo que le permitía dedicarse a las actividades propias de su ocupación sin llamar la atención y con ello, contar con toda la libertad de leer libros de toda índole: economía política, sociología, filosofía, literatura; disfrutar del cine comercial y de arte por igual; deleitarse con música clásica; y todo sin pretensiones y por el puro gusto de aprender, conocer y enriquecerse intelectualmente.

En ese mismo edificio vivía Paloma, una niña de 12 años también muy inteligente, la cual vivía frustrada e insatisfecha con su vida. Su papá era diputado, su mamá una señora de la alta sociedad Parisina que se la vivía tomando antidepresivos y asistiendo a terapias, y su hermana era una riquilla pseudointelectual con fachas de pordiosera. Ante ese panorama nada alentador según su punto de vista, decidió que iba a quemar su departamento para posteriormente suicidarse (¡WTF!), y para ello marcó como fecha el fin del ciclo escolar. Sin embargo, también decidió que si en ese tiempo encontraba alguna razón que considerara lo suficientemente fuerte, desistiría de su plan malévolo.

Ante la muerte de uno de los inquilinos del edificio, llega una nueva persona que llama la atención de todos los vecinos: el señor Ozu, quien es un hombre de mediana edad, bastante sofisticado, culto y amable. Un día, el señor Ozu cruza unas palabras con Renée, o la señora Michel como es conocida en el edificio, y se da cuenta que detrás de esa fachada de portera, se esconde una mujer muy inteligente y culta y trata de averiguar más sobre ella. Paloma también encuentra fascinación ante el nuevo inquilino y se hacen buenos amigos. Pronto y sin tenerlo planeado, el destino de Renée, el señor Ozu y Paloma se cruzan, lo cual cambiará sus vidas para siempre...

Es un libro diferente a los que estoy acostumbrada a leer pero muy bueno. Lo que hizo que no alcanzara la calificación perfecta, es que al principio de la obra cuando se relata la vida de Renée, la autora quien es profesora de filosofía, se avienta unas disertaciones filosóficas bien fumadas (pensé pedirle su porro a mi amigo Murakami para entenderlas), lo cual hace muy densa su lectura. Ya como por la mitad del libro, no recuerdo si me puse a oler pegamento y hasta debatí con Kant, o ya le bajó 2 rayitas a sus disertaciones y pude ver la luz. 


Ya por último, debo confesar que casi lloro al final (aunque usted no lo crea, a veces late mi corazón de Elsa), ya que me hizo recordar un tema que vi en la carrera, el cual trataba de los sistemas complejos de causalidad recíproca, donde existen causas que causan causas (¡Para que vea que yo también puedo decir cosas fumadas!), y que extrapolándolo a la historia del libro, significa que nuestro comportamiento o decisiones cotidianas por muy insignificantes que parezcan, pueden afectar sin saber, la vida de los demás...

Le doy 4 1/2 estrellas y si tiene la oportunidad de leerlo... ¡Hágalo!

Saludos







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